Esquivar a los cuñados y a las calorías.

Las cenas familiares son como una especie de torneo medieval moderno: todos se reúnen alrededor de una mesa, armados con cuchillos (para el jamón) y comentarios que son más afilados que cualquier gancho de boxeo. Y ahí estás tú, intentando disfrutar de la comida mientras esquivas preguntas incómodas y juicios no solicitados de tu cuñado, que se ha autoproclamado experto en absolutamente todo. Pero no temas, querido lector. Hoy te enseñaremos cómo aplicar las habilidades de esquiva del boxeo no solo para salir ileso del tatami, sino también para navegar esas reuniones familiares sin perder los nervios ni ganar cinco kilos en el intento.

1. El arte de esquivar comentarios incómodos (jab, esquiva, sonrisa)

Todos lo sabemos: los cuñados tienen un talento especial para lanzar comentarios que dan en el blanco. Desde el clásico «¿Cuándo te casas?» hasta el temido «¿Otra vez en el gimnasio? Te vas a poner demasiado fuerte». Aquí es donde el boxeo entra en juego. Recuerda lo que te enseñamos en clase: mantén la guardia alta, esquiva con movimiento lateral y, lo más importante, no pierdas la compostura.

La clave está en la técnica. Si tu cuñado lanza un directo al ego con un “¿Y ese trabajito tuyo, va bien o qué?”, no entres en pánico. Imagina que es un jab. Desliza ligeramente el cuerpo hacia un lado, lanza una sonrisa neutra y responde con un contraataque elegante: “Va genial, y tú, ¿sigues siendo el campeón del sofá?”. Esquiva y sal del tema antes de que la conversación se torne más intensa.


2. Las calorías no son el rival, pero sí el sparring

Las comidas familiares son territorio peligroso para cualquiera que entrene deportes de contacto. Entre el turrón, los canelones y ese postre casero que parece un asalto directo a tu dieta, es fácil perder el control. Aquí es donde tus habilidades de boxeo pueden salvarte: la rapidez de pies no solo es útil en el tatami, también lo es cuando necesitas evitar esa tercera ración de croquetas.

Imagina que la mesa es el tatmi. El cuñado insiste en servirte más comida, pero tú aplicas un buen movimiento lateral y cambias de posición: «Gracias, estoy bien, pero déjame ayudarte a servir a la tía Rosa». Esquiva estratégicamente y redirige la atención, porque aquí el truco no es enfrentarte, sino escapar con elegancia.


3. Anticipa el golpe antes de que llegue

En el boxeo, una de las primeras cosas que aprendes es a leer a tu oponente. Es lo mismo en las reuniones familiares: todos sabemos quiénes son los pesos pesados del drama y qué temas son los más peligrosos. ¿La política? Fuera de la mesa. ¿El fútbol? Otro campo minado. ¿Tu vida amorosa? Esquiva, esquiva, esquiva.

Presta atención a los movimientos de tu «rival». Si ves que tu cuñado se está preparando para lanzar el típico “¿Cuánto pesas ahora con tanto gimnasio?”, no lo dejes conectar. Lánzale un “Sí, el gimnasio está genial. ¿Te animas a venir algún día? Estoy seguro de que lo disfrutarías.” Es un gancho directo al orgullo que neutraliza cualquier comentario innecesario.


4. Mantén tu guardia alta (literal y figurativamente)

En el tatmi, bajar la guardia es un error de novato, y en las comidas familiares, no es diferente. Mientras te mantengas centrado en tu objetivo (sobrevivir la velada sin perder los nervios ni romper todos tus hábitos saludables), saldrás victorioso. Eso significa aprender a decir «no» con firmeza, pero con educación.

Cuando alguien insista en que pruebes algo que no quieres comer, mantén la guardia. No necesitas dar explicaciones, un simple “Estoy bien, gracias” funciona de maravilla. Y si alguien intenta derribar tu confianza con comentarios malintencionados, respira hondo, recuerda que tú entrenas para ser fuerte tanto física como mentalmente, y deja que sus palabras resbalen como si fueras Muhammad Ali flotando sobre el ring.


5. Disfruta del combate, no lo tomes tan en serio

Por mucho que hablemos de esquivar, no olvidemos que las reuniones familiares también tienen sus buenos momentos. Como en el boxeo, el objetivo no es ganar cada asalto, sino disfrutar del desafío. Si te ríes de las situaciones incómodas y aprendes a no tomártelas tan a pecho, saldrás vencedor, no importa qué te lancen.

Recuerda: tus habilidades de boxeo no solo te preparan para el tatami, sino también para la vida real. Así que la próxima vez que entres en una comida familiar, piensa en ello como un entrenamiento práctico. Mantén tu posición, esquiva lo que haga falta y, si no puedes evitarlo, golpea con una sonrisa y sigue adelante.


En definitiva, tanto en el tatmi como en la mesa familiar, la clave está en mantener la calma, anticipar los movimientos y saber cuándo es el momento de esquivar o contraatacar. Y si la cosa se pone fea, recuerda que siempre puedes venir a entrenar al gimnasio. Aquí, al menos, las esquivas no incluyen preguntas incómodas ni ataques calóricos inesperados.

Te esperamos en el tatami para seguir puliendo esa técnica y preparar tus mejores movimientos para la próxima reunión.

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